Adjudicado. La cadena de moda japonesa Uniqlo ha escogido Barcelona para aterrizar en España. La fecha no está concretada, solo han adelantado que será este otoño y estará en un establecimiento que cumple, al fin, con los deseos de la empresa en tamaño y visibilidad: 1.730 m2 distribuidos en cuatro plantas, en la lujosa y céntrica vía de Paseo de Gracia, codeándose con las marcas de prestigio que habitan la avenida.
La marca de éxito es conocida por pisarle los talones al otro gigante de la moda, Inditex. Siguiendo su hermetismo en no facilitar muchas pistas de su crecimiento empresarial, hasta el día de hoy ha mantenido el secreto de dónde asentaría su futuro establecimiento en el país origen de Amancio Ortega. Su estrategia de expansión en España viene de lejos: “Me resulta emocionante. Llevo desde 1992 queriendo abrir una tienda en Barcelona. Es una ciudad muy artística, bonita y abierta”, declaró el fundador de Uniqlo, Tadashi Yanai, en una entrevista que concedió a Efe.
Otras de las razones que ralentizaba el estreno de Uniqlo en Barcelona eran más logísticas, como la falta de conexiones directas con Tokio o el idioma. Después de esta primera tienda esperan abrir más, tanto en Barcelona como Madrid y convertirlo en su sexto mercado europeo después de haber triunfado en Reino Unido (donde inició su expansión), Francia, Bélgica, Alemania y Rusia.
La marca se fundó en 1984 y pertenece al grupo Fast Retailing. Es el tercer grupo de moda más grande a nivel mundial, después de Hennes & Mauritz (H&M) y la española Inditex. Fast Retailing es la propietaria de marcas como GU, o la francesa Comptoir des Cotonniers. Uniqlo creció en centros comerciales sus primeros años de vida. Conocida por unos precios ajustados y ropa al alcance del gran público con un diseño práctico y básico. Vende para mujer, hombre y niño. Cuenta con 1.800 establecimientos en 18 países. En 2016 facturó 17.310 millones de dólares (16.294 millones de euros). Los últimos datos registrados de Inditex, su principal rival en esta lucha por ser el número uno mundial, ascendían a 20.900 millones de euros.
No es la única marca internacional que escoge Barcelona para abrir su primera tienda en España. Otras empresas de moda ya lo hicieron antes y antepusieron la Ciudad Condal a la capital española, por ejemplo. La marca americana Urban Outfitters prefirió la ciudad mediterránea para instalarse en España; en 2013, desembarcó la filial del grupo H&M &Other Stories en Barcelona, antes de hacerlo en 2014 en Madrid; en 2013 la estadounidense Forever 21 se plantó en 3.000 m2 del centro comercial La Maquinista; en 2008 abrió en el casco antiguo de Barcelona la primera tienda en España de American Apparel (marca actualmente en plan de reestructuración).
Vienen de varios países y muchas no comparten público. Pero ¿qué tiene Barcelona para que todas las marcas de moda quieran — primero — estar ahí? Es un escaparate mucho más rentable que cualquier campaña de publicidad. Paseo de Gracia es una de las calles más caras por m2. Según la consultora inmobiliaria Laborde Marcet, un local en este boulevard puede rondar los 50.000 euros/mes de renta. Pero, también, es una de las más transitadas de la ciudad. El turismo, a veces denostado por los autóctonos, es la clave en todo este asunto. La capital catalana recibe unos 7 millones de turistas al año. Los visitantes destinan un 27% de su gasto en su paso por la ciudad en compras.
Además, los principales ejes comerciales de Barcelona se concentra en escasos metros. Portal de l’Àngel, Rambla Cataluña, Paseo de Gracia o Plaza Cataluña les separan entre sí diez minutos caminando. Disponen de amplios locales, una buena comunicación. Las marcas que se instalan en esta ciudad les une, sobre todo, la búsqueda de un comprador más vanguardista que prestigie su firma.
La llegada de Uniqlo a Paseo de Gracia se suma a la caza de locales a los pies de los monumentales edificios que presiden el boulevard. De un tiempo a esta parte, marcas de gran consumo, como Zara, Mango, H&M o Levi’s, se alternan con las exclusivas Chanel, Cartier o Valentino. En medio de esa jauría de firmas con gran respaldo internacional, aún resisten casas como Santa Eulàlia.
Antes de que irrumpieran las prestigiosas casas de moda mundiales, Paseo de Gracia era ya un paseo de célebres tiendas… pero patrias. Gonzalo Comella, Gratacós, el Dique Flotante, Gales, Ferreras, Pellicer, Mosella. Eran nombres que aludían al buen hacer de la moda en Barcelona. Empresas familiares y, muchas de ellas, de lujo. Sastrerías, camiserías y alta costura que confeccionaban y reunían los mejores tejidos para hacer trajes y modelos exclusivos.
Hasta los años setenta del siglo pasado eran las dueñas de la calle y nada les ensombrecía. Pero empezaron a llegar nuevas marcas extranjeras que entraron con fuerte competencia de precios afectando al artesano oficio de la sastrería. Fue su primera gran transformación.
Luego, la calle fue colonizada por las grandes entidades financieras y aseguradoras, que amputaron edificios y se acoplaron cual prótesis con el resto de obras arquitectónicas del paseo. Las casas de moda fueron echando la persiana, las grandes firmas internacionales tomaron el relevo, y hasta el día de hoy. Aunque podría confundirse con grandes avenidas de cualquier otra ciudad europea, Paseo de Gracia sigue rezumando su clase y elegancia con la que nació hace ya más de 200 años.
Fuente: Idealista
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